Los naipes pueden ser utilizados en todo tipo de juegos, cada uno con unas reglas específicas. Lo divertido que resulta aprender nuevas maneras de jugar hace que experimentar con amigos sea lo mejor para pasar un buen rato juntos disfrutando de las cartas. Porque hay vida más allá del póker, aunque sea este el juego por antonomasia asociado a los naipes y las apuestas.
Vamos a hacer un breve repaso por los que son, a nuestro juicio, los 5 mejores juegos de cartas para gozarlo en buena compañía. ¡No guardes la baraja de póker, que se le puede dar mucha vida!
El póker es el juego de cartas más conocido a nivel mundial. Cuando hablamos de juegos de cartas para pasarlo bien con amigos, el póker suele ser una apuesta segura porque estamos hablando de un juego completo: tiene mucha estrategia, se requieren conocimientos de matemáticas, estadística y probabilidad, exige manejar datos numéricos simultáneos con soltura… Pero, bien por no conocerlo o por buscar algo más fresco, en ocasiones el póker es dejado en segundo plano y se priorizan los juegos simples y fáciles, donde cualquiera puede luchar por la victoria.
Después del póker, el mus es el juego de cartas más popular. En España tiene mucha tradición, aunque aquí se suele jugar con la baraja española. Hay versiones con naipes de póker que también son válidos y que se comparten reglas con las partidas de mus que se juegan en España.
Aquí la cooperación es básica, de ahí que sea tan divertido, porque los jugadores deben colaborar comunicándose entre sí, sin que el resto sepa leer lo que le está diciendo a su compañero. Es un juego donde las sutilezas y los códigos secretos están muy presentes, y comparte con el póker la capacidad de lectura de los rivales, aunque la premisa es muy distinta.
El juego adquirió fama entre caballeros y hombres de honor porque era representativo del nivel de honestidad de estos. Además, al requerirse un seguimiento estricto de las normas, se ponía a prueba la disciplina de los hombres que decían ser obedientes y rectos en su día a día, de ahí que el juego fuera una prueba para muchas veces conocer mejor a la persona. En el cine el mus llegó a ser un recurso habitual.
Es un juego con una dinámica muy simple, fácil de entender y con mucho ritmo. El número de jugadores es variable, y se comienza con el reparto de una carta a cada jugador. Esta carta se reparte cubierta y es privada. A continuación, cada jugador puede decidir si descartarse de la ronda o apostar. Si apuesta, puede plantarse o pedir otra carta.
El objetivo es simple: no pasarse del siete y medio. Las cartas J, Q y K cuentan como 0,5, mientras que A tiene el valor de 0,5 o 1. Es algo parecido a lo que ocurre en el Blackjack, donde hay que alcanzar, pero no sobrepasar el valor numérico de 21, y donde estas cartas tienen un valor variable.
Su premisa es parecida a la del siete y medio, solo que aquí no se juega contra otros jugadores, sino directamente contra la banca. El objetivo es aproximarse lo máximo posible al número 21, teniendo en cuenta las particularidades de las cartas A, J, K y Q.
Es un juego muy rico desde el punto de vista estratégico. El jugador tiene la opción de dividir, doblar o rendirse en función del valor de las cartas iniciales. La opción de dividir permite crear dos itinerarios para alcanzar el 21 si se reparten dos cartas de inicio del mismo rango. Así, se pueden jugar ambas dos de forma independiente, pudiendo ganar una y perder otra o empatar.
Es un juego divertido en el que el objetivo es ser el primero en quedarse sin cartas. Normalmente, juegan entre 4 y 6 jugadores, y se hace uso de solamente una baraja. El presidente es un juego de fuerza, donde siempre hay que ser más fuerte que el jugador anterior, y donde manda el valor numérico de las cartas, no el palo.
Se juega sin comodines, y las cartas se reparten entre los jugadores que participan. La clave del juego es que, para poder hablar, se debe sacar el mismo número de cartas que el jugador anterior, solo que deben ser de un rango, al menos, igual que el del jugador situado inmediatamente antes. Por tanto, los rangos de cartas van en aumento.
El primer jugador en quedarse sin cartas es el presidente. El que queda segundo, vicepresidente. Los que ocupen las dos últimas posiciones tendrán el honor de ser apodados “culo” y “superculo”, para mofa de todos. Estos nombres según la región cambian por el nombre de “culo” y “viceculo”.
Se juega normalmente con una baraja, si bien se puede ampliar a dos barajas si juegan más de 8 jugadores. Aquí, el objetivo vuelve a ser quedarse sin cartas. Priman la memoria y la agilidad mental por encima del azar.
Cuando se reparten las cartas, cada jugador, en su respectivo turno, comenta qué es lo que tiene en la mano. Puede decir la verdad, o no. Y es trabajo del resto juzgar si está mintiendo o no. Es el jugador que habla después el que tiene que decir si le cree o no. Si lo cree habla, sin más. Pero si no se lo cree, debe levantar sus cartas.
En caso de que el otro haya mentido, se debe quedar con todo lo que hay encima de la mesa. Más cartas, más tarde se descartará para ganar. Pero si decía la verdad, se las queda el que ha errado en su juicio.
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